ANACREÓNTICA
¿Hasta cuándo, Gerarda,
tu peregrino intento
en frívolos asuntos
malgastará conceptos?
¿ Hasta cuándo has de darles,
infelice, fomento
a tus locas pasiones
con amorosos versos?
Esas luces tan claras
que te concedió el Cielo,
no le causen enojos,
sí tribútenle inciensos.
Yo también algún día
templaba el instrumento,
creyéndole sonoro
cuanto más descompuesto.
Yo también invocaba
al que llaman dios ciego,
e hice, ¡rara locura!,
me prohijara Febo.
Yo lloré ingratitudes,
yo celebraba afectos,
empleando en delirios
la dulzura del metro.
Pero, ya arrepentida
de tan frívolo empleo,
sólo a dignos asuntos
dedicarle pretendo.
Tú, amada compañera,
sigue también mi ejemplo,
no aguardes que algún día
lo exija el escarmiento.
Emprenda, emprenda mucho,
elévese tu ingenio,
remóntese tu numen,
no aletee rastrero.
No tejas más laureles
a ese contrario sexo,
que sólo en nuestra ruina
fabrica sus trofeos.
María Hore Ley
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