El Barrio del Perchel

Hay en Sevilla un Triana
donde nacen a montones
los bizarros valentones
con ardiente corazón;

Y hay en Granada un Alcázar
de gótica arquitectura
donde lucen la moldura
y el cincelado artesón.

Y tiene Jerez sus toros,
y Cordoba su Mezquita,
y en Jaén, pura y bendita,
la imagen de Dios está;

Y tiene Cádiz la fama
en su puerto concurrido
y en el muro ennegrecido
que fortaleza le da.

Y por sus huertas Valencia,
sus fábricas Barcelona,
y por su reloj Pamplona,
por sus manolas Madrid;

Y por su célebre tonto
recuerdos nos presta Coria,
y por su blasón e historia
la antigua Valladolid.

Y en fin bellezas sin cuento,
sin ir a nación extraña,
se ven en la hermosa España,
por mil primores vergel;

Pero la flor más bonita
que en sus pensiles descuella,
es Málaga, linda y bella,
con su barrio del Perchel...

Allí, donde la hermosura
compite con la viveza,
donde el rumbo y la grandeza
siempre corren a la par;

Donde una peina de teja
y una mantilla terciada
son de un alma enamorada
el continuo suspirar;

Ninguna tiene más brío,
ninguna es más retrechera
que una jaca perchelera
con sus dientes de marfil;

Con el cabello trenzado
y con expresivos ojos,
y con los labios tan rojos
con la rosa de abril.

Y el rico mantón de seda
amarrado a la cintura,
formada en abreviatura
según lo pequeña que es;

Y cubierta la cadera 
con el vestido sencillo
que le llega hasta el tobillo
para admirarla los pies...

No hay más que ver a una jembra,
los brazos puestos en jarra,
al compás de la guitarra
que acompaña dulce voz,

Bailar el lindo fandango
y al son de las cantinelas,
cual mueve las castañuelas
entre sus dedos, veloz.

O asentada en una silla
que divide con su amante,
con el pecho palpitante
y en sus ojos un volcán,

Cual entablan amorosos
una sentida querella,
y cómo del novio a ella
vienen palabras y van.

- ¿Poqué estás seria, María,
que ni me miras ni jabras?
- Poque es una fechuría
que a otras tantas cada día
digas las mesmas palabras.

- ¿Y quién ta dicho tar cosa?
- Quien lo sabe. - No me quites
la pasensia. - ¡Oye, no grites!
- Siempre será esa mocosa
de Juaniya. - No te enrites.

- Si saco er pincho, ¡canario!,
voy a cortaye la lengua,
y a la Vinje der Rosario
la cuergo por relicario...
pues si me aguanto, ya es mengua.

- ¡Vaya! Ten sereniá,
que ha sío no más mintira
pa sacarte la verdá...
- Me quieres? - Sí, pero tira
esa navaja. - ¡Ya está!...

Y el guapo con aire altivo,
depuesto el adusto ceño,
mira con rostro risueño
a su amor sin esquivez.

Se hecha el sombrero a los ojos,
con señales de importancia,
y con aire de arrogancia
canta esta copla a la vez:

Si me quieres, vida mía,
dímelo con prontitú,
que tengo por ti perdía
en el arma la alegría
y en el cuerpo la salú.

Y así con dulces requiebros
los amantes se enamoran,
y mutuamente se imploran
profundo y eterno amor;

Y así los hombres se matan
y están en continuas riñas
por defender de sus niñas
una mirada, una flor.

Que en aquel cielo brillante
se agitan los corazones
en volcánicas pasiones
difíciles de vencer;

Y en aquel país que abunda
en ojos negros y gracia,
con amores no hay desgracia,
con amor no hay padecer...

Yo lo confieso, deliro
por mi tierra fecundísima,
tierra de María Santísima,
según la suelen nombrar;

Y si algún día me pierdo,
aunque poco o nada valgo,
si me quieren para algo
allí me pueden buscar.

Ramón Franquelo

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