¡Por Dios!, oh médico del amor, coge mi mano,
que muero de debilidad.
Libera mi cuerpo, que de dolor se queja
de la camisa débil que lo viste.
El fuego de la pasión ardió en mi interior
y creció la nostalgia.
El amor descubrió mis secretos
y las lágrimas corrieron.
Ibn Zuhr
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