GESTACIÓN DE UN SONETO
Cuando un soneto en la cabeza empieza
a pedir vida pública y brillante,
no hay en la voluntad poder bastante
para que esté tranquila la cabeza.
En tanto que el ingenio lo adereza,
como moscón molesto y susurrante,
salta de consonante en consonante,
bebe en la flor, se irrita en la maleza.
Adonde vamos nuestra sombra sigue:
zumba en casa, en la mesa y en el lecho,
y aun en graves lecturas nos persigue.
Venga el parto torcido, o bien derecho,
si anhelamos que no nos atosigue,
no hay sino rematar... ¡Ay!, ¡ya está hecho!
Joaquín Álvarez Quintero
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