Letrilla

Lárgalo, que no es tuyo.
De trozos de Marïana
y centones de Saavedra
sus oraciones empiedra
el humanista Juan Rana,
mas no sabe echar botana
porque al hacer transición
lo denuncian por ladrón
cuando discurre que es suyo:
¡pues lárgalo, que no es tuyo!

Un muerto del cementerio
te grita, vieja caduca,
que le vuelvas tu peluca,
que es de su pelo adulterio:
se queja en su cautiverio
que ande su pelo en visita
cuando su testa marchita
está hecha un cascabuyo:
¡pues lárgalo, que no es tuyo!

Aquel con capa y con broche
es tutor de garra abierta;
su menor, de puerta en puerta,
y él anda de coche en coche;
va de máscara esta noche
vestido de abencerraje,
y el menor con un potaje
ha solazado el bandullo:
¡pues lárgalo, que no es tuyo!

¿Adónde vas, Concepción,
con rico velo y mantilla,
con tu traje de espumilla
y tus mangas de jamón?
El tendero hecho un león
por la dita va a tu casa,
y dice que de hoy no pasa
sin que le des lo que es suyo:
¡pues lárgalo, que no es tuyo!

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