Luz

A LA LUZ

El dulce aroma del clavel naciente,
la pura luz de la risueña aurora,
el aliento del aura encantadora,
el vago arrullo de la clara fuente;

los ensueños del ánima indolente
cuando el amor con su fulgor la dora,
los rostros de los ángeles, señora,
son menos bellos que tu bella frente.

Virgen de paz, querube de consuelo,
tus pies no huellen el montón de abrojos
que ásperos cubren nuestro triste suelo;

¡ay!, templa tú del alma los enojos,
hermosa Luz, porque la luz del cielo
viene hacia mí por medio de tus ojos.

Salvador Bermúdez de Castro

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