¡Oh, Venecia española! ¡Oh Cádiz bella!
Que el mar en cintas de cristales ata,
el mar cuya brillante serenata
de espuma y sones a tus pies estrella.
Cuando la Luna su redonda huella
en la llanura líquida retrata
finge en tu seno un corazón de plata
que el agua riza y trémulo destella.
Adornada de olas te apareces
sobre lo azul donde tus gracias meces
oyendo cantos del marino coro.
Y pareces a aquel que te divisa
sobre un temblor de luces y de risa
una ciudad con cúpulas de oro.
Salvador Rueda
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