Dormía sosegado
por la brisa fresca cuando, bruscamente,
una paloma gris entonó desde la espesura
un sollozo cargado de añoranza,
y me recordó mi propia pasión.
Llevaba tanto tiempo apartado de mi propia alma,
durmiendo hasta tan tarde,
pero el sollozo de aquella paloma
me despertó y me hizo llorar.
¡Alabados sean todos los afligidos madrugadores!
Adi Al-Riga
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