Alcahueta que hace gala de su oprobio,
más encubridora que la noche para el caminante.
Entra en toda la casa y nadie sabe
hasta qué punto penetra en ella.
Cortés, acogedora del que encuentra,
sus pasos no molestan al vecino.
Su manto no se dobla nunca,
más inquieto que bandera de combate.
Aprendió, desde que conoció su utilidad,
la diferencia que hay entre el crimen y la astucia.
Ignora dónde está la mezquita,
pero conoce bien las tabernas.
Sonríe siempre, es muy piadosa,
sabe muchos chismes y cuentos.
Posee la ciencia de las matemáticas
y la industria de hacer horóscopos y hechizos.
No puede pagarse zapatos de su bolsa,
pero es rica en medio de la miseria.
Capaz sería, por lo suave de sus palabras,
de unir el agua con el fuego.
Abu Chafar Ahman Ibn Saíd
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