PAZ DE ALDEA
Al caer de la tarde, está al fresco sentada,
de la casa a la puerta, la familia tranquila...,
tiende la buena madre hacia el sol la mirada,
y del corral baldío llega un eco de esquila.
El cura, por el porche de la iglesia pasea,
y con besos, los niños le acarician las manos,
limpias como la luna que a la noche blanquea
las copas de los árboles en los montes lejanos.
Los segadores vuelven con los cuerpos transidos,
las piaras retornan con correr presuroso,
y con el sol se muere la luz del claro día...
Los pájaros revuelan en torno de sus nidos,
y al sonar la campana del Ángelus glorioso,
todos los labios rezan: “Dios te salve, María.”
José Muñoz San Román
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